Agencia EFE / tomado de www. esmas.com Se cumplen 60 años del lanzamiento de sendas bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, que precipitaron el fin de la Segunda Guerra Mundial al terrible costo de 240 mil muertos. Para Eiji Nakanishi, superviviente de aquel infierno y secretario adjunto de la asociación Hidanyo, que agrupa a todos los colectivos de víctimas, los bombardeos fueron “la acción terrorista más importante del siglo XX”. EU HACE PÚBLICO EL ATAQUE “Hace dieciséis horas, un avión norteamericano lanzó una bomba sobre Hiroshima y destruyó su utilidad para el enemigo (...) Es una bomba atómica; significa aprovechar el poder esencial del universo. La fuerza de la que extrae su poder el Sol se ha desencadenado contra quienes llevaron la guerra al Extremo Oriente”. Con estas palabras, el presidente norteamericano Harry S. Truman comunicaba el 6 de agosto de 1945 a su nación el lanzamiento de la primera bomba atómica de la historia. A las 8,15 horas del 6 de agosto, la bomba “Little Boy”, lanzada por el tristemente famoso bombardero “Enola Gay”, impactaba sobre el Salón de Exposiciones de Hiroshima, cuya cúpula de hierros retorcidos es hoy un símbolo de la destrucción atómica. El "hongo atómico" que nació con su explosión, una enorme bola de fuego de varios cientos de miles de grados de temperatura, convirtió Hiroshima en una alfombra de ruinas y muertos, y un trágico escenario de mutilados que vagaron días por la ciudad buscando ayuda y el rastro de sus familiares y amigos. Más de 140 mil personas murieron en el acto, según las cifras que se siguen actualizando casi constantemente; desde entonces, varios miles han fallecido cada año por enfermedades derivadas de las radiaciones. Tres días más tarde, la segunda y última bomba atómica lanzada en el mundo sobre un núcleo urbano cayó sobre Nagasaki, 300 kilómetros al sur de Hiroshima. Durante diez largos segundos, un "hongo" de fuego que alcanzó los 300 mil grados de temperatura, causó unos 70 mil muertos y arrasó la ciudad y el ánimo del país, que anunció su rendición el 15 de agosto. Hasta la fecha, las víctimas de Nagasaki llegan hasta los 105 mil 348. Pero los supervivientes que sufren secuelas por las radiaciones de ambas ciudades superan las 328 mil personas. EL RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS Como cada año, las víctimas son las protagonistas principales de las conmemoraciones que se llevan a cabo en las ciudades japonesas, y en este 60 aniversario, el Ayuntamiento de Hiroshima ha enviado una lista de víctimas a numerosas ciudades japonesas para tratar de hallar a sus familiares y convocarles para los actos conmemorativos de la tragedia nuclear. Estas víctimas figuraban entre las 70 mil que diez años después de la explosión aún no habían podido ser identificadas y a las que se dedicó entonces un monumento en el Parque de la Paz de Hiroshima. Los relatos de los supervivientes siguen protagonizando el recuerdo de aquellos terribles días. Es el caso de Eiji Nakanishi, que tenía 3 años cuando estalló la bomba en Hiroshima y que ahora, en su calidad de secretario adjunto de la asociación Hidankyo, organización que aglutina a todos los colectivos de víctimas de los bombardeos, explica por todo el mundo de la mano de “Greenpeace” las consecuencias de lo que califica como “la acción terrorista más importante del siglo XX”. La vida de Nakanishi se debe a "un milagro" y es que su casa, a pesar de encontrarse a más de dos kilómetros del epicentro, quedó completamente arrasada y su cuerpo, cubierto de cenizas, pudo ser rescatado de entre el amasijo de escombros porque los pilares del inmueble no llegaron a caer. Para su fortuna, también resultaron ilesos su padre y su hermana mayor, pero la bomba trajo la "desgracia" a su familia y ha marcado la vida de todos sus parientes, como el caso de su tía, quien no pudo superar la tristeza por la muerte de su marido, a quien no pudo socorrer y que murió "entre llamas mientras la recriminaba por no ayudarle". Nakanishi apunta que volver a ver la famosa imagen de la explosión, la "nube en forma de hongo", le causa todavía indignación, pero reconoció su utilidad para evitar que "masacres" como esta vuelvan a ocurrir, algo que "ningún pueblo sobre la faz de la Tierra desea" y que sólo está en la mente de "algunos políticos que ven en el armamento nuclear una forma de poder". Pero más allá de esa imagen, que fue tomada desde el aire, el superviviente pide "un poco de imaginación" para que el espectador se traslade a lo que se vivió bajo el fuego, "un auténtico infierno creado por el hombre repleto no de seres humanos, sino de auténticos demonios quemados y deformados por las llamas". Asegura que el "horror" y las secuelas de la bomba todavía despiertan su recelo ante la tecnología nuclear, y sólo "estará feliz de darle la bienvenida cuando no exista armamento atómico", algo que cree "posible". Durante la Guerra Fría y los años que la sucedieron, la voz de la víctimas de estas dos ciudades japonesas ha conseguido evitar nuevas acciones, según Nakanishi, pero advierte que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York despertaron "nuevos odios y ánimos de venganza" que exigen que el testimonio de los supervivientes se alce para "calmar esta situación". Los ánimos de venganza deben sustituirse por homenajes a la memoria como los que conserva Hiroshima, donde se encuentra el edificio donde cayó la bomba -hoy Patrimonio de la Humanidad-, y el Museo para el recuerdo del Parque de la Paz. Para Nakanishi el espejo al futuro de la "moderna y bonita" Hiroshima de 2005 también puede servir a los afectados por los atentados terroristas que han asolado a Nueva York, Madrid y Londres, que deben "recordar a sus víctimas y luchar por el mañana". |