
Conil limita con la ciudad de Chiclana de la Frontera al norte y con Vejer de la Frontera al este y al sur. Al oeste limita con el Océano Atlántico.
Aunque ya se constata presencia humana en tiempos prehistóricos, la localidad de Conil fue fundada en tiempos de los fenicios, que se aprovecharon de las salidas al mar de la zona, creando allí sus almadrabas y pesquerías. Ya en tiempos de los romanos adquirió esplendor y grandeza al formar parte de la Vía Hercúlea y unir las ciudades de Málaga y Cádiz. Tras la caída del Imperio romano, Conil fue saqueada por los visigodos, los bizantinos y los vándalos hasta que con la llegada de los musulmanes, en el 711, tuvo que unirse a la Cora de Sidonia.
No se vuelven a tener importantes noticias del municipio hasta 1265, año en el que el término municipal, debido a las victorias cristianas de la Reconquista, renombra al pueblo, añadiéndole el topónimo de "de la frontera", como hiciera con otras poblaciones como Chiclana, Jerez o Arcos, debido a que las poblaciones formaban parte de la frontera que separaba los territorios musulmanes de los cristianos. En 1299, el rey Fernando IV concede a Alonso Pérez de GuzmánTorre de Guzmán, debido a la torre que, para defender la ciudad en caso de ataque, construyeron bajo su nombre. la entonces aldea conileña para que la repoblara y fortaleciera, colaborando en su nuevo auge. Fue en estos tiempos cuando el pueblo pasó a llamarse
A pesar de las epidemias de peste y otras enfermedades que sufrió el pueblo en los años posteriores, las almadrabas servían a los habitantes como base de su economía. A comienzos del siglo XVI, la vida del pueblo se ve interrumpida por las disputas que se producen entre dos nobles familias tremendamente importantes de la zona: la de los Guzmán y la de los Ponce de León. Junto a esto, las disputas entre los nobles y los aldeanos empeoran la situación de la zona, ya que parecían a estos segundos pésimas las condiciones económicas a las que se veían obligados a vivir. Tras todos estos problemas, las décadas posteriores fueron dando sus frutos ya que la población y la producción de las almadrabas comenzaron a subir.
Fue el siglo XVII el siglo de oro de la población, ya que se convirtió en enclave económico de los alrededores. Ya en el siglo XVIII, las almadrabas comienzan a decaer, aunque no por ello la economía, que comienza a sostenerse gracias a la agricultura y la ganadería. A mediados de este siglo, una serie de disputas debida a la presión fiscal a la que los propietarios de tierras y los aldeanos vuelve a turbar la paz de Conil. Estos problemas tanto de territorios como de dinero son los que hacen caer la popularidad del pueblo en picado, a lo que se sumó la ocupación napoleónica de principios del siglo XIX. El pueblo, que por aquellos entonces tenía un sentimiento antiseñorial, creó al Síndico Personero, una especie de defensor del pueblo gracias al cual los municipios de la zona pudieron enfrentarse a los señores propietarios de las tierras. Durante el siglo XX, el turismo, en muchísima menor medida que la actual, comienza a hacer mella en la localidad, debido a que familias sevillanas comienzan a marchar de veraneo por esta zona a darse baños de aguas medicinales. Desde los años 60, Conil ha tenido un auge turístico debido al cual este es el sector por el cual se ha sustentado el pueblo en estos últimos años.
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